La princesa estaba triste.
¿Qué tendría la princesa?
Salió a pasear por el jardín con su tristeza a cuestas.
Junto a un regato oyó a sus pies una tímida voz que la llamaba. Volvió la vista y se sorprendió bastante al ver que quien le hablaba era un horrible sapo.
( “¿Y a poco tú estás muy bonito, cabrón?”)
–le dice el sapo con enojo al que escribe esto).
La princesita tomó en sus manos al batracio y le preguntó:
“¿Quién eres?”.
“Ni soy sapo ni batracio soy –respondió la fea criatura
Soy un hermoso príncipe a quien una malvada bruja redujo a esta triste condición.
Si me das un besito volveré a ser príncipe, y me casaré contigo”.
La princesa estaba aburrida, pues aún no había iPod, iPad, iPhone y los demás artilugios o tabletas de la misma laya.
Pensó entonces que sería interesante casarse, a ver qué se sentía.
Acercó a su boca al feo sapo y le dio un beso en los labios. Y sucedió que…
no sucedió nada.
A pesar del beso de la princesita el batracio siguió siendo batracio.
Le dijo entonces el sapo a la princesa: “Vaya, vaya.
Parece que lo del beso no dio resultado.
¿Qué te parece si probamos con un chupadita?”.
(¡Salaz anfibio anuro! ¡Tenía tentación de un beso mordelón!)…
domingo, 28 de junio de 2015
La princesa y el sapo
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