domingo, 28 de junio de 2015

La princesa y el sapo

La princesa estaba triste.
¿Qué tendría la princesa?
Salió a pasear por el jardín con su tristeza a cuestas.
Junto a un regato oyó a sus pies una tímida voz que la llamaba. Volvió la vista y se sorprendió bastante al ver que quien le hablaba era un horrible sapo.
( “¿Y a poco tú estás muy bonito, cabrón?”)
–le dice el sapo con enojo al que escribe esto).
La princesita tomó en sus manos al batracio y le preguntó:
“¿Quién eres?”.
“Ni soy sapo ni batracio soy –respondió la fea criatura
Soy un hermoso príncipe a quien una malvada bruja redujo a esta triste condición.
Si me das un besito volveré a ser príncipe, y me casaré contigo”.
La princesa estaba aburrida, pues aún no había iPod, iPad, iPhone y los demás artilugios o tabletas de la misma laya.
Pensó entonces que sería interesante casarse, a ver qué se sentía.
Acercó a su boca al feo sapo y le dio un beso en los labios. Y sucedió que…
no sucedió nada.
A pesar del beso de la princesita el batracio siguió siendo batracio.
Le dijo entonces el sapo a la princesa: “Vaya, vaya.
Parece que lo del beso no dio resultado.
¿Qué te parece si probamos con un chupadita?”.
(¡Salaz anfibio anuro! ¡Tenía tentación de un beso mordelón!)…

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